Pacto entre caballeros
Álvaro Cabrera Viernes 20 de enero de 2012 36
La confirmación del pase de Rodrigo Mora de Benfica hacia el Club Atlético Peñarol trajo cola, tal como se anunciaba Defensor Sporting y Danubio tomarán represalias, más simbólicas que materiales, al entender que se ha incumplido un pacto entre clubes.
Tarde o temprano cualquier opinión que uno quiera realizar sobre el tema lo terminará llevando a los sucesos de 2005, es irrelevante volver a reseñar los acontecimientos e innecesario marcar ahora una posición pues es algo que desde hace casi cinco años he dejado bastante claro y en lo que en su momento nos sentimos bastante solos. Poner el grito en el cielo cuando uno de los cuatro promociona cínicamente un profesionalismo que no le impediría jugar por Nacional es bastante más cómodo que hacerlo cuando todos están gritando sus goles en Peñarol, víctimas de la amnesia.
Es incontrastable recordar que la solidaridad que exigen ahora las instituciones en discordia es la que no apareció cuando fue Peñarol el que sufrió una situación aún más grave, al momento en que nos robaron cuatro jugadores ninguno de los clubes que hoy se confiesan heridos y lloran desconsoladamente marcaron algún tipo de posición, al tiempo lo terminaron padeciendo en carne propia y se asumieron con la autoridad de reclamar algo… una linda hermandad por conveniencia.
Casualmente, para agregar otro condimento, el menos promocionado de aquellos cuatro traidores, Sergio Leal, jugó tiempo después en Danubio, que hoy derrama lágrimas.
Pero como todo, puede verse desde otra óptica y hay otras conclusiones, ha existido un acuerdo para actuar en un sentido y debió ser otro el manejo, si uno asume una postura debe defenderla, de lo contrario en algún lugar se termina lesionando la honestidad, al menos concibiéndola como imperativo categórico. No fue prolijo el trato del tema, de seguro un manejo más diplomático hubiera ahorrado los cruces de declaraciones, o en el peor de los casos hubiera obligado a los encargados de la toma de decisiones a optar entre los opuestos: mantener un acuerdo descartando la contratación del futbolista o traer a Mora a riesgo de falsear la palabra empeñada.
Con todo sobre la mesa hubiera correspondido considerar si el futbolista en cuestión valía las posibles consecuencias negativas de su contratación o si existían alternativas que pudieran ahorrarnos el lio que genera la llegada de un delantero que pisó un terreno de juego tres veces en un año, aunque esto no sea más que declaraciones encontradas y la erosión del relacionamiento entre pares.
Finalmente, y mirando en retrospectiva, debemos plantearnos verdaderamente qué pretendíamos que hicieran otros clubes como acción solidaria en aquel 2005 si al poco tiempo y en cada período de pases somos nosotros mismos los que vamos a buscar a los traidores para que vuelvan a ponerse la camiseta de Peñarol.
“Solidarícese con nosotros, no haga negocios con esos ladrones, de eso nos vamos a encargar nosotros dentro de tres años” es un razonamiento bastante choto.
Institucionalmente, en definitiva, actuamos en consecuencia esta vez con Mora como cada vez que termina un torneo y corremos a un teléfono para saber si en Portugal se animan a prestarnos por un rato al menor de los cuatro, porque total juega bien, cuando se fue era chiquito, no sabía muy bien qué hacía y además festeja siempre con la bandera de Peñarol.
Ni Danubio ni Defensor han actuado de modo tan impoluto para reclamarnos nada, ni nosotros lo hemos hecho para reclamarles algo, más que un pacto entre caballeros han sido cornadas entre bueyes.
Bienvenido Mora.
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